Ya en la calle el nº 1041

Caravaca de la Cruz: crónica de la destrucción de un pueblo

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

MIGUEL NAVARRO NAVARRO

Las fiestas de Caravaca de la Cruz han vuelto a tener lugar, seguramente con tanta pasión y vistosidad como es habitual. Desgraciadamcalle-mayor-caravacaente mis ocupaciones me han mantenido otra vez alejado de estas festividades. Sí tuve la suerte, sin embargo, de disfrutar de la Semana Santa caravaqueña que, además de fervor religioso, está también llena de colorido.
Tuve ocasión de pasear por Caravaca, por sus partes viejas, por sus partes más nuevas y por sus alrededores. Ahora debería decir que me encantó lo que vi y sentí, pero si así dijera mentiría.
Caravaca fue, y todavía es en algunas de sus partes, un pueblo precioso. Recuerdo como hace veinte años me encantaba pasear por el casco antiguo – la preciosa Glorieta, la encantadora Calle Mayor, el imponente castillo y sus impresionantes cuestas… – y pasear también por algunas de las partes nuevas del pueblo, que todavía estaban relativamente bien. Desafortunadamente, pasear hoy por Caravaca me llena de tristeza y desasosiego.
Sin ir más lejos, ya no hay Glorieta. O al menos ya no es lo que era. La Glorieta, el área más linda y distintiva del pueblo, fue destruida. ¿Incompetencia? ¿Dejadez? No lo sé. Pero a mí me sorprende – me asombra más bien – que destruyeran la Glorieta y que el pueblo entero de Caravaca no se echara a las calles exigiendo la dimisión de concejales, del alcalde y hasta del Presidente de la Comunidad Autónoma.
¿Qué ha ocurrido para que en los últimos veinte años todo lo que podía ir mal en Caravaca de la Cruz haya ido peor? ¿Por qué un pueblo tan bonito como Caravaca y con tanto potencial en todos los terrenos se está convirtiendo en un horror, en una pesadilla inhabitable? Y ¿por qué nadie protesta? ¿Por qué nadie exige responsabilidades y un cambio de dirección?
Las cosas empezaron a ir rematadamente mal cuando en los últimos ochenta, en la zona del hospital y del instituto, bancales de melocotoneros y otros árboles frutales se fueron urbanizando. Y se urbanizaron de forma horrible. Recuerdo que se construyeron bloques de pisos y se vendieron diciendo a los compradores que los pisos tendrían vistas a la huerta. Pero una vez vendidos se construyeron más, muchos más bloques de pisos que tapaban las vistas de los pisos previamente construidos. Y estos nuevos bloques de pisos se construyeron a escasos metros de los anteriores, de forma que en esta parte del pueblo las calles son tan estrechas que no hay anchura ni para dos coches. Cuando en otros países las tierras de cultivo se defienden con ferocidad, en Caravaca una huerta maravillosa se transformó sin más en una pesadilla insufrible de asfalto y hormigón.
Seguidamente decidieron al parecer acabar con la Calle Mayor. No entiendo cómo ni por qué, pero lo cierto es que, a propósito o por negligencia, la Calle Mayor ha sido aniquilada. El corazón y alma de Caravaca de la Cruz, su Calle Mayor, se ha vaciado de comercios. Está muerta. Cuando pasear por ella antes me llenaba de gozo, de alegría de vivir, ahora me llena de pena. Me dan ganas de llorar.
Seguidamente, o al mismo tiempo, se decidió edificar en la prolongación de la Gran Vía y aledaños. Como al parecer no podía ser de otra manera, las cosas se hicieron pésimamente. Bloques de pisos y otros edificios, levantados unos al lado de los otros, sin orden ni concierto y sin dejar apenas espacios para vivir.
Caravaca, que debería estar inmersa en la naturaleza, integrada en ella, y podría estarlo sin gran esfuerzo, se las ha arreglado para alejarse y aislarse de ella. Paseando por el casco urbano de Caravaca me siento más alejado de la naturaleza que paseando por Londres. ¡Pero, ni punto de comparación! Comparada con Caravaca, Londres parece un bosque. ¿Por qué al desarrollar el casco urbano de Caravaca no se hizo ningún esfuerzo por integrar las nuevas áreas en la Naturaleza? Era fácil hacerlo: hubiera bastado con dejar entre los nuevos edificios bastantes áreas sin edificar. Estas áreas se hubieran podido dejar tal y como estaban o se hubieran podido plantar con flora silvestre autóctona: pinos, carrascas, sabinas, enebros, romeros, etc. Se podrían haber creado parques que hubieran permitido integrar lindamente el casco urbano de Caravaca en la naturaleza: el monte, la huerta y el caso urbano, todo entrelazado sin problemas. En vez de eso la naturaleza ha sido empujada fuera del pueblo, expulsada.
El casco antiguo de Caravaca está siendo abandonado. Hay partes ya que amenazan ruina. Hay edificios que llevan muchos años desocupados y que no se han reparado, por ejemplo, el antiguo colegio de las monjas. Si no se hace nada urgentemente, si no se cambia el rumbo ya, en otros veinte años muchas partes del casco antiguo habrán llegado a un punto de no retorno. ¿Verdaderamente queremos una Caravaca sin casco antiguo?
Creo que todavía no es tarde. Todavía es posible rectificar. Pero hay que cambiar de dirección con urgencia.
A pesar de todas las barbaridades que se han hecho en los últimos años Caravaca es todavía un pueblo precioso y es cabeza de comarca. Hay que sacar partido de estas ventajas.
Se ha intentado promover Caravaca como destino turístico internacional. Al parecer incluso han ido delegaciones a Nueva York a atraer turismo. ¡Eso son barbaridades! La gente de Estados Unidos no sabe siquiera donde está España. Y no van a venir a Caravaca ni por equivocación.
Hay que buscar un turismo local, comarcal, regional y nacional. Ahí hay potencial y con este tipo de turismo habría más que suficiente. Pero para que la gente visite hay que darles alguna buena excusa para ello.
Para empezar hay que embellecer el pueblo. Hay, sobre todo, que parar el deterioro del casco antiguo, particularmente la Calle Mayor, y revitalizarlo. Hay que buscar maneras de que la Calle Mayor vuelva a tener vida, a estar llena de comercios interesantes.
Una manera de apoyar el casco antiguo sería llevando las oficinas de los organismos oficiales – INEM, seguridad social, etc. – a edificios del área, preferiblemente a las cercanías de la Calle Mayor. No sólo ayudaría esto a preservar los edificios. Además, los empleados, visitantes y usuarios de esas oficinas ayudarían a revitalizar el comercio.
El paseo que va desde el Castillo hasta las Fuentes, y que pasa por la Calle Mayor, la Glorieta y el Camino del Huerto, es un eje natural del pueblo. Este paseo debe ser mejorado, embellecido y revitalizado. Este es un eje con un potencial enorme para dar estructura al pueblo, integrando lo antiguo con lo nuevo y la naturaleza con lo urbano. Complementado con otros paseos puede contribuir enormemente a mejorar el atractivo del pueblo y la calidad de vida de sus habitantes.
Hay que buscar la manera de que la gente de Caravaca – y también la de Moratalla, Cehegín, Calasparra, Bullas, La Puebla, Lorca y la de Murcia también – vengan a Caravaca de compras en lugar de irse a Murcia a la Nueva Condomina o al Corte Inglés. Caravaca puede y debe convertirse en el centro cultural y de entretenimiento de la comarca.
En Caravaca debe construirse un centro comercial. No ha de ser muy grande. Bastaría con unas cuantas tiendas y restaurantes, un par de salas de cine, una bolera… Hay que dar excusas para que la gente pueda venir a Caravaca a pasar una tarde, o tal vez un día entero o un fin de semana.
Ir al cine es en muchas ocasiones simplemente una excusa para salir, dar una vuelta, ver tiendas, tomar un café, una cerveza… Y a lo mejor al final ves una película o tal vez no. Pero si no hay cine o bolera o nada, coger el coche y tirar para Murcia se convierte en una tentación demasiado grande.
Caravaca es un pueblo lindo con un potencial tremendo. Tiene una situación geográfica privilegiada, tiene un casco antiguo precioso, tiene muchísimos atractivos. Pero todo esto ha de conservarse y mejorarse.
Caravaca es el pueblo principal de la Comarca del Noroeste. Tiene que sacar ventaja de esa realidad y planear su futuro en ese contexto. Los últimos veinte años han sido horrendos. Pero todavía está a tiempo de cambiar de rumbo y tomar la dirección correcta.
¿Qué clase de pueblo queremos que Caravaca sea dentro de treinta años? Yo no quiero un pueblo hecho de bloques de pisos amontonados sin orden ni concierto con un casco antiguo en ruinas. Yo no quiero un pueblo clonado de las peores partes de Madrid o Murcia que nadie quiera visitar. Yo quiero un pueblo con un casco antiguo vibrante.

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