Juan F. Robles: Autovía del Noroeste-Río Mula. Un antes y un después

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Juan F. Robles: Autovía del Noroeste-Río Mula. Un antes y un después
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El impacto positivo de esta infraestructura, que cumplirá 22 años el próximo mes de octubre, acabó con años de aislamiento de la comarca con el centro de la región, pero siguen faltando las prometidas inversiones que mejorarían las comunicaciones con Levante y Andalucía.

En la portada del número 100 de este periódico, la información principal estaba dedicada a la inauguración del último tramo de la Autovía del Noroeste. Con los 31 kilómetros de autovía que se pusieron en servicio el 16 de octubre de 2001, se completaban los 62 que unían, y unen, Alcantarilla con Caravaca de la Cruz. La finalización de las obras, que en total supuso un costo de 15.000 millones de pesetas, estaba prevista para el mes de febrero del año 2002, pero se concluyeron unos tres meses antes de lo previsto. Anteriormente ya habían sido abiertos al tráfico dos tramos.

Uno de 18,5 kilómetros de longitud entre Alcantarilla y la Puebla de Mula, inaugurado el pasado 27 de febrero; y otro de 12,5 kilómetros, abierto el 27 de junio, y que constituía la llamada Variante de Mula.

La construcción de la Autovía del Noroeste, como un desdoblamiento de parte de la antigua C-415 que unía Ciudad Real con Murcia, fue y es, sin duda, una de las grandes noticias en los últimos 20 años para estas comarcas del interior. Los municipios de las comarcas del Río Mula y Noroeste vieron (16 de octubre de 2001) cómo se hacía realidad una reivindicación histórica: la mejora de las comunicaciones que debía acabar con su aislamiento. La inauguración del último tramo de la autovía se convirtió en un acto social y festivo, al que asistieron los alcaldes de la comarca, varios altos cargos y diputados regionales, además del presidente regional, Ramón Luis Valcárcel, y varios consejeros.

Todos se mostraron sonrientes y satisfechos durante el acto. La inauguración era un hito trascendental no sólo para la Región, sino para el sector de las obras públicas, ya que se trataba de la primera autovía que se abría al tráfico en España que se financiaría por el sistema de peaje en sombra; hecho que justificaba la presencia de los máximos ejecutivos de las dos constructoras, Sacyr y OHL.

«Habrá un antes y un después para los vecinos del Noroeste y del Río Mula a partir de la inauguración de esta autovía – afirmó Valcárcel ese día –, ya que significará desarrollo y progreso». La nueva carretera contaba con 19 enlaces y 39 estructuras, de ellas 14 viaductos, que se realizaron con elementos antisísmicos para prevenir los daños de posibles terremotos.

Teniendo en cuenta que el presupuesto de la Consejería de Obras Públicas era, por entonces, de unos 8.000 millones de euros, estaba claro que el sistema de pago para hacer frente a la inversión, que era de 15.000 millones de euros, por fuerza, debía corresponder a la modalidad de plazos. El gobierno murciano todavía sigue haciendo frente a los pagos ya que el sistema de ‘peaje en sombra’ contemplaba un período de amortización de 27 años, de los que ahora se cumplen 22.

Los alcaldes de las comarcas del Noroeste y Río Mula resaltaron especialmente dos consecuencias de la apertura de la autovía para sus poblaciones: el fin del tradicional aislamiento de la zona y el previsible despegue económico que ello podía conllevar. El primer edil de Cehegín, Pedro Abellán, aseguraba que la nueva infraestructura suponía “un apoyo para el crecimiento de la industria del mármol y hortofrutícola, y sin duda mejorará la competitividad de nuestros municipios”. El alcalde de Bullas, José María López, abundaba en la misma idea diciendo: “Nuestra industria necesita un empuje, y esta autovía se lo va a dar». También estaba de acuerdo Jesús Navarro, alcalde de Calasparra, con que la nueva obra “va a generar el despegue económico”.

Por su parte, el titular del ayuntamiento de Mula, José Iborra, y el de Moratalla, Jesús Molina, coincidían en destacar la ruptura del aislamiento que se acababa de producir. El primero dijo, textualmente, que la nueva autovía «sacará al Noroeste y Río Mula del aislamiento que hasta ahora había sufrido en las comunicaciones». Mientras que Molina incidía en la idea explicando que “ahora estamos más cerca de la capital y se rompe el aislamiento de la comarca”. Finalmente, Domingo Aranda, alcalde de Caravaca de la Cruz, consideraba que los beneficios que traerá la autovía “serán tan importantes que ahora es difícil darnos cuenta”.

La autovía ha contado desde su puesta en marcha con un centro de control, situado en la salida de Mula Este, desde donde se lleva un minucioso recuento de los automóviles que utilizan la autovía, cálculo que ha servido para determinar el peaje en sombra a pagar cada año por la Comunidad a la concesionaria. El canon anual se estableció mediante un sistema electromagnético instalado en el pavimento y varias cámaras de televisión, un total de 39, 35 fijas y cuatro móviles. Las previsiones que se establecieron inicialmente eran de unos 3000 vehículos a diario.

La Autovía del Noroeste supuso un considerable ahorro de tiempo para quienes circulaban por la totalidad, o alguno de los tramos; se calculaba, por entonces, que todo el recorrido podía completarse en unos 35 minutos. Un tiempo muy alejado del “suplicio” padecido por todos los habitantes de los municipios de Mula, Bullas, Cehegín y Caravaca para desplazarse hasta la capital y de todos cuantos foráneos quisieran acercarse a estas localidades.

Juan F. Robles: Autovía del Noroeste-Río Mula. Un antes y un después

Viaducto sobre el pantano de la Cierva

Las comarcas que atraviesa la autovía es un área considerada de alto riesgo de terremotos. Por ello, en el diseño y construcción de la misma, se tuvo en cuenta esta particularidad y cada uno de sus 14 viaductos (donde las consecuencias de un movimiento natural del terreno podrían ser más graves) se dotó con elementos antisísmicos. El mayor de estos viaductos es el que se construyó junto al embalse de La Cierva. Un puente de 350 metros en total y hasta 43 metros de altura.

El propio dossier informativo elaborado por la Consejería de Obras Públicas reconocía que debido a sus características «de luces entre apoyos, altura de pilas y longitud total, la ejecución por métodos tradicionales de este viaducto constituía el punto crítico de la autovía y condicionaba el calendario de puesta en servicio de los diferentes tramos». El mismo dossier también hacía referencia al «especial cuidado que se ha dispuesto en las medidas de drenaje necesarias para la protección de la autovía frente a la acción de las aguas», teniendo en cuenta el carácter torrencial de las precipitaciones en la cuenca mediterránea.

El cuidadoso acabado de la autovía contrastó con las numerosas señalizaciones que presentaban faltas de ortografía en la acentuación de los topónimos. Cehegín, Quípar, Doña Inés y Yéchar son algunos de los nombres que aparecían sin tilde en los primeros carteles que se colocaron. También hubo un informe en el que se detectaban algunas deficiencias en la señalización de las diferentes salidas y accesos a la autovía. Entre otras anécdotas, se colocó un cartel que indicaba el nombre del “Arroyo del Padre Pescador”, lo que llamó a muchos cehegineros la atención ya que el lugar era conocido como arroyo o barranco del padre pecador; semanas más tarde se sustituyó por “Arroyo del Padre Pecador”.

Al margen de las anécdotas, a primeras horas de la mañana del 20 de noviembre, unas semanas más tarde de la inauguración de la autovía, tuvo lugar un accidente en que colisionaron frontalmente un turismo que circulaba en dirección contraria y una furgoneta que se dirigía a Caravaca con trabajadores de las obras de ampliación del hospital. Tres fallecidos se cobró aquel accidente, que se sumaban a otros tres de accidentes que se habían producido desde el inicio de construcción de la autovía.

Las condiciones de seguridad de la nueva vía fueron motivo de algunas iniciativas parlamentarias en la Asamblea Regional; de una forma o de otra, las posibles deficiencias fueron subsanadas y las dudas sobre las condiciones de seguridad también fueron despejadas. Es necesario recordar que la antigua carretera comarcal ostentaba el poco envidiable título de ser la más peligrosa y la de mayor número de accidentes de la región, según datos aportados desde la Dirección General de Carreteras de Murcia.

Mucho ha llovido desde entonces, bueno, no tanto. Aquél “acto de justicia” para las comarcas del interior de la Región de Murcia sirvió para romper el aislamiento con el resto de la Región, pero muchas de las viejas reivindicaciones siguen estando sin una respuesta definitiva. Ya por entonces se había prometido una mejora en las comunicaciones con la Venta del Olivo (hacia Jumilla, Yecla y Valencia) y, también, hacia Lorca y Puebla de Don Fadrique (Huéscar y Baza). Mucho se ha hablado desde entonces, pero, ni con peaje en sombra, ni con otros sistemas de financiación se han acometido estas infraestructuras. Y no solo eso, en estos últimos años ha desaparecido la única estación de ferrocarril que quedaba en esta comarca, la de Calasparra.

Están claros los beneficios que la Autovía ha supuesto para las comarcas, al igual que aumentar los servicios en ciudades y pueblos que atraviesa, pero no se ha logrado frenar el despoblamiento en muchas pequeñas localidades que siguen viendo como su población disminuye. La autovía y el Plan Integral de desarrollo del Noroeste (PINO), no fueron suficientes para el despegue definitivo de la comarca que tenía como uno de los principales obstáculos para su desarrollo el aislamiento del resto de la Región. Un aislamiento provocado por la falta de infraestructuras de comunicación con la capital regional y con el entramado de autovías que discurrían por la región.

Otras noticias

Mientras se ponía en marcha la autovía, en Caravaca se desarrollaban otras actividades como el Congreso Nacional de Cronistas Oficiales, APCOM cumplía 25 años y firmaba acuerdos de colaboración con ONCE y La Caixa, se redactaron proyectos para la restauración de El Salvador y La Concepción, PSOE y PP presentaron sus propuestas para el arreglo de La Corredera, se realizó una cena benéfica para el arreglo de los salones de la hospedería de los padres carmelitas, se realizaba un homenaje a Blas Rosique (Piri Cachimba), se firmaba un acuerdo con Proyecto Abraham para instalar contenedores para ropa usada, se preparaba la XX Feria del Caballo, María Dolores Pradera actuaba en el Thuillier dentro de los actos de la Semana Grande de Cajamurcia y también vimos a Maribel Verdú en una obra de teatro y disfrutaban con un grupo de danza tradicional llegado desde Yakarta de la mano de Carlos Blanco Fadol.

Se estaban realizando obras de ampliación en el Hospital Comarcal por un valor de 2.400 millones de pesetas y se restauraban la Casulla de Chirinos y la Custodia de la Vera Cruz; además de realizar las pruebas del nuevo sistema de cronometraje para la carrera de los Caballos del Vino.

Unos meses después llegó el euro y desapareció la peseta.

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