Ya en la calle el nº 1040

Antonio Puerto

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

José Antonio Melgares Guerrero/Cronista Oficial de Caravaca y de la Vera Cruz.
Aunque nació en Madrid, en 1931, y creció en Murcia, Antonio Puerto Quiles se considera y es considerado un caravaqueño más desde que conoció a su mujer y se incrustó en la sociedad y en la vida local, por amor y también por vocación.

Su padre regentaba un negocio relacionado con el mundo de la locomoción, y tenía vínculos comerciales con el empresario caravaqueño Juan Antonio Arias Sánchez. El encuentro casual de las familias de ambos en la boda del también empresario caravaqueño Pedro Vélez, en 1953, señaló el inicio del noviazgo, posterior matrimonio y sociedad laboral entre él y Juani Arias Torres, fundando entre ambos un negocio basado en la fabricación y venta de muñecos de peluche que llegó a ser el número uno en España en cuanto a calidad y cantidad de sus modelos, y trayendo al mundo siete hijos: M. Ángeles, Purificación, Mari Carmen, Viqui, Toni, Nono y Chavi, alguno de los cuales sigue en el negocio.
Antonio y Juani contrajeron matrimonio en mayo de 1955, iniciando su vida en común en Murcia, donde comenzaron a fabricar peluches a pequeña escala. Su suegro le había sugerido instalarse en Caravaca para ayudarle en el negocio de abonos agrícolas y piensos animales que regentaba en el campo y lugar de Los Praos, con almacén en la ciudad, en la Plaza del Templete. Pensando en encontrar mayores facilidades para la fabricación se instalaron en la ciudad a finales de 1969.
En sociedad con Juani, su mujer, alquiló un piso (en 5000 pts) en la Carretera de Murcia y se lanzó a la aventura en un viaje con paradas en Ciudad Real y Orense buscando plazas difíciles, prácticamente sin conocimiento, para tomar el pulso al mercado y nombrar representantes. A la vista del resultado del mismo decidieron retomar la fabricación de peluches, teniendo como principal colaboradora a Maruja, la hermana de Juani.
El negocio comenzó a tomar cuerpo y se trasladó al Cabecico, a una antigua fábrica de cintas propiedad de Blas Sánchez Díaz que alquiló en 10.000 pts. mensuales. Los modelos de los muñecos los creaban ellos mismos e inicialmente se preparaban para el corte con patrones de cartón, luego con troqueles a máquina y, finalmente, con una máquina de corte por ordenador que, en 1985 les costó treinta millones de pts. pero que era indispensable si querían seguir siendo punteros. Tomaban el pulso a los gustos y a las modas en juguetería viajando a ferias nacionales e internacionales como Nuremberg, Hong Kong, Singapur, París, China y otros lugares. En principio los muñecos se rellenaban, una vez cosidos, con biruta de chopo, luego con goma espuma y, finalmente, con floca (una especie de relleno para colchones, a base de fibra esponjosa). La biruta de chopo la obtenían de una carpintería de Murcia ubicada frente al viejo Hotel Castilla (hoy centro municipal Puertas de Castilla). La goma espuma en pueblos de la provincia de Alicante como Ibi y Onil, mientras que la floca venía de Inglaterra, en balas de 200 kg. siendo pioneros de su utilización en España.
El cosido de los muñecos se hacía tanto en la fábrica como fuera de ella, a destajo, por mujeres de la ciudad y pueblos del campo (también en el desaparecido convento de MM. Carmelitas de la C. Mayor), dando trabajo a muchas personas que trabajaban en sus casas con máquinas de coser industriales proporcionadas por la propia empresa. En los mejores momentos de la misma (años 85-90 de la pasada centuria) salían de la fábrica mil unidades diarias, que se distribuían por toda España y algunos países de Europa: Portugal y Francia principalmente.
La mano de obra era fundamentalmente femenina, recordándose entre las obreras interiores a Maravillas, Loli, Josefa, Cati, Juana Mari y Anita, entre otras; siendo solamente cinco los hombres que pasaron por la fábrica: Andrés, Jesús, Juan, José María y el contable Alejandro. La plantilla la componían veinticinco personas dentro, y aproximadamente un centenar fuera, en sus propios domicilios. Furgonetas de la empresa repartían las piezas para coser a diario, recogiendo simultáneamente lo realizado el día anterior. El trabajo se pagaba por semanas.
La marca comercial fue siempre la misma: ARMU (Artesanía Murciana), desde los años iniciales de Murcia, lugar de donde trajeron los 17 modelos que en principio se fabricaron. El primero fue un P-4 (perrito de largas orejas muy duro al tacto), al que siguieron el P-3 y el P-5 que eran perros sentados. La pieza estrella fue, sin embargo, el D-12 (bebé dormilón que lo hacía prácticamente completo en Barranda, Rosa, una tía de Juani). También tuvieron mucha demanda en el mercado las ositas vestidas.
Cliente muy importante fue El Corte Inglés a partir de 1975, a través de su Central de Compras de Madrid, empresa a la que facturaba 80.000.000 de pts. anuales. Sin embargo siempre tuvieron la idea de diversificar la clientela, y entre los más destacados recuerdan a Manuel Solanas, de Zaragoza y Sánchez Ruiz (ahora Asi Asi) de Madrid. En las Provincias Vascongadas tuvieron como representante al caravaqueño Pepe Sánchez Guerrero, quien desaconsejaba a Antonio la inclusión del color amarillo en la indumentaria de los peluches, por la aversión a dicho color de los vascos.
Desde El Cabecico, en los años ochenta, la fábrica se trasladó a edificio propio, en la zona de Los Molinos de Papel, sobre la que poco tiempo después se habilitó el domicilio familiar que hoy habita la familia Puerto.
El desgraciado accidente de tráfico sufrido por el matrimonio Puerto Arias en 1991 y las atenciones que, desde entonces, necesitó Juani, junto a la invasión de los productos chinos y su desleal competencia en el mercado, hicieron perder la ilusión que por el negocio siempre habían tenido, dividiéndolo entre dos de sus hijas: María Ángeles, lo abandonó pronto, mientras que Viqui lo sigue, muy reconvertido, en la actualidad.
El espíritu creativo y la imaginación desbordante de Antonio Puerto se han puesto también de manifiesto en otras facetas de su vida. Empedernido cinéfilo desde los veinte años, produjo sus propias películas en 8 mm. en el círculo de cine amateur donde estaban el catedrático Manuel Hurtado, Antonio Medina Bardón, Tino, Vicente Masotti, Antonio Basper, Antonio Salas y Ángel García entre otros. Impenitente viajero, ha recorrido el mundo entero aunque lo que más le ha impresionado fue Petra (en Jordania) y las Cataratas del Iguazú (en Brasil). Festero militante, participa cada año en la escolta de la Cruz, en las filas de los Caballeros de S. Jorge de Alfama. Corredor de motos, fue durante años campeón provincial en su modalidad, hasta que le retiró su mujer. Coleccionista de los más llamativos objetos, hay que destacar la cantidad de trofeos conseguidos y las colecciones de soldaditos de plomo, de películas en CD, comics antiguos y novelas policíacas entre otras cosas.
En la actualidad, con la serenidad de espíritu que le proporciona la jubilación laboral, sigue pintando diariamente, en su estudio, cultivando una afición en la que se inició en los años cincuenta junto a pintores como Pedro Sánchez Borreguero y José María Falgas, habiendo expuesto su obra creativa en Francia, Madrid, Murcia y Caravaca. Para esta última ciudad prepara actualmente una exposición que tendrá lugar en el próximo mes de julio, a beneficio de la Fundación contra la Leucemia que pilotan Antonio Bermejo, Antonio Caparrós y Domingo Aranda y, casi siempre, en el desayuno se reúne con sus amigos Guillermo Elum, Manuel Ledesma y los hermanos García Paz, en la cafetería donde siempre es bien acogida su presencia.

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