Ya en la calle el nº 1040

Antonio José Pastor, camionero: “Recuerdo la facilidad para moverme por carreteras sin tráfico y el silencio de las calles vacías”

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

MICAELA FERNÁNDEZ

Antonio José Pastor es vecino de Mula. Trabaja como camionero para una gran cadena de supermercados distribuyendo productos para la Región de Murcia y poblaciones limítrofes de las comunidades valenciana, andaluza y castellano manchega.

Desde las semanas antes al primer confinamiento allá por el mes de marzo hasta el mes de mayo su trabajo se triplicó incrementándose enormemente la demanda de los supermercados y, por lo tanto, la reposición de productos que llegaban a través de camiones como el que él conduce.

Del confinamiento tiene dos recuerdos, por un lado la facilidad para moverse por carreteras sin tráfico y la agilidad en las descargas sin las interrupciones del día a día, y por otro la soledad y el silencio de las calles vacías, sin gente, sin ruido…

Si sentía miedo, sí, y que nunca pensó que su labor sería una de las imprescindibles, también, pero el hecho de llegar a los supermercados y ver gente haciendo cola en la calle para poder entrar y agolparse junto a las puertas del camión para comprobar que se descargaba el producto que necesitaban, afirma lo impresionó muchísimo.

Llegar a los establecimientos y ver las estanterías vacías, la demanda de harina, huevos y levadura y, algo que todavía se pregunta era la necesidad de adquirir papel higiénico. Cuenta que fue un consumo desproporcionado, cómo comercios que normalmente solicitaban un palé pedían hasta tres y precisaban reposición en almacén casi a diario.

También le impresionó el periodo de verano, sobre todo en la costa, donde la demanda en vez de crecer por la llegada de veraneantes, en algunos casos fue menor.

La pandemia marcó también su vida en familia. A nivel laboral los contactos eran distanciados, los controles al inicio y final de la jornada se mantienen desde entonces hasta ahora y el único camino era el reparto y vuelta a casa, donde esperaban los miedos de la familia por haber pasado la jornada fuera expuesto al virus.

Echó en falta, sobre todo en las distancias más largas, no contar con un lugar donde comer, donde tomar un café y contar únicamente con las gasolineras como espacios donde adquirir una botella de agua o un refresco, cuenta que era todo muy extraño.

Sobre los reconocimientos, los aplausos, formar parte de un sector indispensable, Antonio José cuenta que no se ha sentido así, él sólo hacía su trabajo. Ahora, con menos carga laboral que en aquel entonces y siguiendo con todos los protocolos de seguridad, mira esperanzado a los próximos meses, cuando esto acabe y podamos volver a la normalidad.

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