Ya en la calle el nº 1037

Antonia Gabarrón, concejal de Política Social en Mula: “Estamos ante la expectativa de qué va a pasar ahora”

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MICAELA FERNÁNDEZ

Ha sido uno de los rostros más visibles en Mula durante la pandemia. Ha estado al frente de dos de las áreas más afectadas por la crisis de la Covid-19, Sanidad y Política Social. Hacemos balance con la concejal Antonia Gabarrón de lo que han sido los dos últimos meses y medio enfrentándose a momentos muy duros junto a las familias más necesitadas del municipio. En la tranquilidad de su jardín, intentando retomar una normalidad a esta crisis que dista mucho de haber acabado, sus palabras acaban emocionándonos a las dos en muchos momentos de la entrevista.

Háganos un balance de lo que han supuesto estos dos últimos dos meses y medio Los primeros quince días de marzo fuimos haciendo conforme nos iba viniendo.

No estábamos preparados, no sabíamos qué medidas se iban a tomar, qué tiempo iba a durar… El mes de abriL fue todo un desastre porque nos vimos desbordados, sobre todo en el programa de alimentos, y la necesidad que había en esos momentos de reforzar a las familias con alimentos. Teníamos las ayudas municipales de urgente necesidad, pero las ayudas que venían del Gobierno de la nación, las hemos podido hacer efectivas ahora en el mes de junio, igual que las becas de comedor que se adelantaron desde el primer momento y están llegando más retrasadas por parte de la Comunidad Autónoma. Nos hemos visto un poco saturados y, ante la necesidad de que no teníamos comedor escolar que garantizara al menos una comida para los niños, nos vimos en la necesidad de reforzar el programa de alimentos. Dentro del programa de alimentos se han incluido 20 productos nuevos, dentro de ellos los productos de higiene ya que estábamos hablando de una pandemia que tenía mucho que ver con las medidas de higiene y se ha aportado lejía, lavavajillas, gel, estropajos…, cosas muy básicas pero que las familias no tenían.

¿Llegaron a pensar en algún momento que esta situación duraría tanto?

No. Nosotros estábamos como el resto de la población, muy asustados porque nos llegaban noticias de lo que había pasado fuera de España y cómo estaba siendo a nivel mundial y estábamos alarmados porque no sabíamos cuando íbamos a poder avanzar. Aún así, tengo que reconocer que las familias que hemos tenido se han comportado de una forma estupenda. La Policía tenía el nombre de todos los que iban a ir, porque no se podía estar por la calle y han sido puntuales, no hemos tenido ningún tipo de cola, no hemos tenido ningún problema con ellos en ningún momento.

¿Qué diferencias han notado respecto a las familias que habitualmente hacen uso del servicio a las de esta crisis?

Pues una media de gente desde 25 a 50 y tantos años, que se han visto inmersas en un ERTE. Ha sido uno de los problemas mayoritarios que hemos tenido, hemos atendido a cien familias nuevas que no sabían cuando iban a cobrar y los pocos recursos que una familia tiene actualmente con sueldos un poco mediocres te da para poco y más sin saber lo que iba a durar realmente. Era el susto que tenía todo el mundo de no tengo ni para un vaso de leche para mi hijo. Desde el primer momento, diversidad de colectivos y particulares se volcaron en la entrega de alimentos… El Consejo Local de la Juventud fue la primera asociación que nos donó junto a los pequeños comerciantes que habían cerrado sus negocios y les pilló el fin de semana y nos pudieron abastecer con productos muy básicos como eran los huevos, las patatas, las verduras… Esos dos colectivos fueron los primeros que se pusieron en contacto conmigo para hacer frente al banco e incluso el Consejo se nos ofreció como voluntarios en el reparto pero, tanto por proteger la identidad de las personas como para evitar exponerles al riesgo, preferimos no implicarlos. Después, la solidaridad de empresas y colectivos ha sido enorme.

Hasta la fecha hemos estado al frente cuatro personas, repartiendo tres días a la semana y preparando el resto de días. En un día normal en el mes de abril hemos atendido a 35 familias. Recibíamos los alimentos, los colocábamos, los preparábamos y los repartíamos, siempre bajo la supervisión de la trabajadora social que nos decía qué cantidad le correspondía a cada familia dependiendo del número de miembros. Todavía siguen llegando alimentos. Esta semana mismo hemos tenido una última donación desde Frucimu tanto para el banco de alimentos como para Cáritas y la verdad es que nos viene muy bien porque la primera fase del programa de alimentos de Cruz Roja todavía no la hemos recibido. Ahora mismo estamos agotando, sólo nos queda un poco de aceite y arroz, de la tercera fase del año pasado.

Hoy día entonces, ¿siguen necesitando alimentos para garantizar esa alimentación básica a las familias?

Cuando hablamos de alimentación básica sigue siendo algo precario. Lo más recurrente siempre es gestionar productos no perecederos porque los productos frescos son más difíciles de almacenar, durante la crisis incluso tuvimos que hacer un reparto a 120 familias en dos días de frutas y verduras donadas por Agesco para que no se estropearan. Faltan muchas cosas para la alimentación, frutas, verduras, carnes, pescados… aunque hemos podido incluir el pan, quesitos, batidos… sobre todo pensando en los niños.

¿Qué pasa con los niños becados ahora que acaba el colegio?

Los niños que están becados dejarán de estarlo y realmente no sé todavía qué pasará. Creo que la Comunidad Autónoma tiene recursos y ese dinero sería una buena opción para garantizar su alimentación en los meses de verano. En años anteriores pusimos en marcha los comedores en verano pero este año no podemos garantizarlos por la seguridad. ¿

Qué va a pasar con el Centro de Día?

A nosotros nos notificaron que había que cerrar el Centro de Día. Desde el primer momento las familias han estado atendidas por la psicóloga de Servicios Sociales, pero el centro sigue cerrado. La Comunidad Autónoma nos ha mandado unas recomendaciones para empezar a preparar el centro para la posible reapertura, pero, ni tenemos fechas, ni ningún protocolo que diga qué tenemos que tener para poder abrirlo. Con Atención Temprana pasa exactamente lo mismo.

¿Qué pasa con esos niños y mayores que necesitan una atención personalizada para seguir desarrollando sus capacidades?

Me temo que la vuelta va a ser muy difícil y muy dura. Muchos de esos usuarios no se van a incorporar de la misma forma que se fueron. Un servicio de atención presencial nunca es igual. Se va a notar un retroceso enorme. Todos los servicios de dependencia se han parado, ha habido un parón administrativo que no va a beneficiar en nada. Qué persona no ha estado afectada directa o indirectamente por el Covid. Realmente es muy difícil.

¿Qué ha echado de menos durante este crisis?

Los protocolos han estado paralizados por todos sitios por igual. A todo el mundo nos ha pillado fuera de sitio, hemos ido andando sobre la marcha, porque un día te decían una cosa y al día siguiente se cambiaba.

¿Pensó alguna vez en una situación similar?

No, no, nunca. Cuando termino de hacer un servicio me voy a mi casa muy triste. No podía dormir, era una angustia constante. Pensaba, mi hijo está en mi casa ahora abriendo el frigorífico y que triste tiene que ser que tu hijo se vaya a la cama con un vaso de leche y unas galleticas si acaso. Es duro. Cuando se juzga tan alegremente que siempre se ayuda a los mismos creo que es un error porque no creo que nadie por un carro de comida haga una cola o esté a una hora determinada en un sitio donde cualquier ventana, además, estaba ahí presente.

¿Hemos perdido el miedo a pedir ayuda?

No se ha perdido del todo. Algunos de los casos nos han llegado por algún conocido, algún vecino y hemos contactado con ellos y nos hemos ofrecido.

¿Cómo se esperan los próximos meses, pensando en niños, mayores, enfermos, dependientes, familias necesitadas…?

No lo sé, no tengo ni idea. Todo lo que teníamos programado y planeado este año se ha ido al traste. No voy a tener un comedor escolar, ni las escuelas de verano, donde los niños estaban atendidos, tenían un horario, una dinámica que los hacía estar controlados y vigilados por los monitores. Sí echo en falta un refuerzo de educadoras sociales en las calles para atender a las familias sin pautas establecidas con los niños.

También se han vivido momentos emotivos, ¿nos cuenta alguna anécdota?

Son anécdotas que se van a quedar para siempre y no son pocas. Recuerdo una donación de Frucimu donde incorporó un lote de embutidos y un señor mayor nos lloró porque no había probado la sobrasada en 20 años. ¿Cómo llegué yo ese día a mi casa?, pues mal, muy mal. O una familia que hizo la compra mensual y todos los productos que compró para sus dos hijos los duplicó para dos niños de otra familia necesitada. O los niños que en la primera fase empezaron a acompañar a sus madres y montamos un stand con juguetes y libros que podrían coger para aislarlos de la situación de tener que acudir a un espacio para adquirir alimentos… Todas. desde la donación más grande a la más pequeña, todas han sido importantes.

¿Le ha cambiado esta pandemia?

Creo que sí. Soy una persona que por mi vida y por lo que me ha tocado vivir he aprendido a valorar la vida en muchos momentos y en muchos golpes y éste ha sido uno más. Valoro cualquier momento, cualquier instante… y piensas, merece la pena estar tirándote los trastos cuando entre todos se podría estar haciendo mucho mejor. Y tengo la suerte de que mis compañeros me han valorado por igual y eso me ha embravecido mucho, han valorado mi trabajo ahora más que nunca y ese pequeño reconocimiento me sigue empujando.

¿Estamos más preparados ahora para una situación similar?

No estamos preparados. Podemos tener otras medidas respecto a la higiene y sanidad. Creo que todos estamos a la expectativa de qué va a pasar ahora pero no preparados, tenemos algo más de material sanitario pero solo algo más… Hemos protegido a los niños cerrando los colegios pero, qué pasa ahora, ¿y con las guarderías?, sí que nos han duplicado la subvención pero ¿cómo hacemos para garantizar la seguridad? En educación se deberían de plantear cambiar el sistema educativo. A lo mejor la solución es menos niños más profesores y turnos de mañana y tarde, no sé, ¿porqué no? Si las aulas son las que hay y por suerte tenemos muchos profesores en el paro, podrían dar cabida y atender esas necesidades…

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