Ya en la calle el nº 1037

Andrés López Auguy

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JOSÉ ANTONIO MELGARES/CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA

Otra de las personas que a lo largo de la segunda mitad del S. XX colaboró en la construcción de la sociedad caravaqueña actual fue Andrés López Augüy, cuya poliédrica actividad permite situarlo en los más diferentes lugares que el lector pAndrés con su grupo de la primera comuniónueda imaginar.

Nació en parís y barrio de Montmartre, en 1934, en el seno del matrimonio formado por Gonzalo López Marín y Marinette Augüy Tisandie, quienes también trajeron al mundo a su hermano Pedro.

Con dos años de edad la familia se trasladó a Caravaca, estableciendo el domicilio familiar en la C. del poeta Ibáñez. Su primera formación transcurrió en el Colegio «Niño Jesús de Praga» al cuidado de los padres Amado, Segismundo y Gabriel, prosiguiendo la segunda enseñanza en el Colegio Cervantes de Caravaca y en el de los Jesuitas de Valencia.

Tras cumplir el servicio militar en Mallorca se incorporó a la vida laboral junto a su padre en el comercio de tejidos «Novedades» que aquel regentaba el la C. Mayor, frente a la «Librería Nueva», la mercería de Pedro Asturiano y la sastrería de José Manuel Caparrós.

En 1962 contrajo matrimonio con Antoñita Torres Corbalán, instalando el domicilio familiar en la Gran Vía y edificio propiedad de sus suegros (levantado por Juan Antonio Arias sobre el espacio de la antigua «Fábrica de Béjar», que aquel vendió a Isidro «el del Moralejo» y éste a Juan Antonio Torres, padre de Antoñita, quien instaló allí una pensión con el nombre de «Camas Torres»). Allí nacieron sus cinco hijos: Gonzalo, Marinette, Juan Antonio, Aurora y Andrés. Y allí también preparó las oposiciones para Secretario Judicial en la Administración de Justicia, que aprobó en 1966 consiguiendo su primer destino en el juzgado de Grazalema (Cadiz), donde se alojó con la familia en «Casa Cayetana», donde también residían el cura, el juez y el médico del pueblo.

En concurso general de traslados logró plaza en el Juzgado de Paz de Cehegín, donde tomó posesión en 1968, y donde concluyó su vida profesional en 1999, fecha en que se jubiló a la edad reglamentaria.

Solidario con los de su profesión, comenzó a preparar oposiciones a los hijos de los amigos en 1983, de forma totalmente desinteresada, pero agobiado por el número de opositores que requerían su apoyo, decidió montar su propia academia, que comenzó a funcionar en 1990 y por la que pasaron más de doscientos opositores procedentes de los más diversos lugares de la Península e incluso de Canarias. Él mismo preparaba el temario que ofrecía a sus alumnos, opositores a agentes judiciales, auxiliares y gestores en la administración de Justicia, con gran éxito de aprobados.

Solidario también con la problemática social, fue presidente de APCOM entre 1992 y 1997, consiguiendo en su tiempo al frente de la institución una mejora muy importante en las instalaciones tanto del Centro Ocupacional de Mayrena como en la vivienda tutelada.

Sin embargo, fue en el mundo de la Fiesta donde desarrolló su más intensa y prolongada actividad desde 1960 en que se integró en el grupo cristiano templario. Festero siempre en activo, promovió la integración de Caravaca en la UNDEF, entidad festera nacional en la que durante años fue nuestro representante. Participó en el primer Congreso Nacional de dicha institución, celebrado en Villena en 1974 y ejerció de Secretario de Comisión de Festejos con el hermano mayor José Moreno Martos (1983). Fue uno de los gestores de los recordados «boletos» que sanearon durante años la economía de la Fiesta y puso en marcha tómbolas, gestión de tribunas y rifas varias. Dirigió revistas festeras y formó parte de distintas juntas directivas del Bando Cristiano.

En Cabildo General Ordinario de la Cofradía de la Vera Cruz, celebrado en junio de 1989, fue elegido Hermano Mayor, presidiendo la misma como tal entre los años 1990, 91 y 92, tiempo en que se reformaron los Estatutos de Comisión de Festejos, se montaron los turnos de vela durante las noches en que la Stma. Cruz permanece en la ciudad durante las Fiestas a Ella tributadas. Se fabricó la gran cruz de metal para la ofrenda de flores del primero de mayo, se comenzó a celebrar la misa por los cofrades difuntos en el Cementerio el domingo siguiente a la conclusión de las Fiestas. Se abrió el Relicario de la Reliquia, para su adoración, durante la jornada de cada Viernes Santo. Se recuperó el novenario a la Patrona en el mes de septiembre, que se había reducido a un quinario (como después se volvió a hacer) y asistió al primer congreso mundial de la Vera Cruz celebrado en Sevilla en 1992.

Colaborador en todo para cuanto fue requerido, fue nazareno «Azul» en la Semana Santa local. Miembro de la «Junta Homenaje a S. Juan de la Cruz» (que presidió durante 1986 Luís Fernando Álvarez Pérez-Miravete), que consiguió la erección del monumento al Santo en dicho año, como colofón a los actos conmemorativos de la fundación del convento de la Glorieta en 1586. Organizó la Cabalgata de Reyes Magos siendo concejal de Cultura del Ayuntamiento el escultor Rafael Pí Belda y, como consecuencia de todo ello tuvo reconocimientos sociales como la concesión del Escudo de oro del Bando Cristiano y el del la «Soberana Orden del Temple». Fue también «Festero del Año» y miembro honorífico de la UNDEF.

Disfrutó siempre del reconocimiento social, y también de la tertulia con amigos como Diego Melgares Moro, Manolo Marín, Pepe López Godínez, Carlos Picón, Juan Miguel Guerrero y Ramón García Álvarez entre otros, con quienes formaba una muy nutrida y activa peña de matrimonios junto a sus respectivas esposas.

Sufrió un infarto de miocardio en 1992, del que se recuperó al dejar de fumar los tres paquetes diarios habituales de «Ducados». Sin embargo, a mediados de 2003 comenzó a sentir los primeros síntomas de la enfermedad, un cáncer de pulmón, que le condujo a la tumba pocos meses después, falleciendo el 9 de enero de 2004, habiendo conocido a cuatro de los seis nietos de los que hoy disfrutaría.

Andrés López Augüy fue una de esas personas de las que una generación se puede sentir orgullosa. Conocido y reconocido por todos, tuvo que ver con muchos de los aspectos que ilustraron la historia de un largo período al que nos referimos como la víspera de nuestro tiempo. Sólo dio de lado a la actividad política, entregándose en cuerpo y alma a la colaboración cuando se le requirió en los demás aspectos de la sociedad local.

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