CARLOS MARTÍNEZ SOLER
Cuando uno ha vivido de cerca esta enfermedad, sólo escuchar su nombre te pone mal cuerpo, las piernas comienzan a temblarte y a la cabeza te viene un pensamiento: el fin. Albert Espinosa, escritor, director y guionista sabe mucho del tema. De hecho, pasó 10 años en un hospital a causa del cáncer, costándole una pierna y gran parte de su juventud, experiencia que ha plasmado en su libro El mundo amarillo y en la obra que hoy nos ocupa: Pulseras rojas.
Uno puede pensar al enfrentarse a esta serie que nos encontramos ante un drama de manual, cargado de tragedia y tristeza. Sin embargo, Espinosa sólo recurre a éste puntualmente, diseñando un relato que se convierte en un auténtico canto a la vida, lleno de esperanza, superación y lucha desde el minuto uno de metraje. Pulseras rojas se trata del camino iniciático de unos niños que azotados por la enfermedad, deciden no tirar la toalla, sino emprender el viaje de sus vidas, un trayecto lleno de amor, amistad, madurez y vida, mucha vida…
Pulseras rojas destaca por varias razones: su duración se asemeja al formato estándar americano (40-45min.), modelo al que estamos más que acostumbrados; puesta en escena sobria, acompañada de una iluminación fría de tonos azulados y blanquecinos que contrasta con el carácter apasionado y enérgico de sus historias; interpretaciones sobresalientes, dándonos a conocer a los que serán la futura hornada del cine español; y banda sonora musical emotiva y conmovedora. Sólo una cosa chirría en esta serie, su doblaje a lengua castellana, circunstancia que afea el conjunto y que le resta fuerza.
Todo esto ha convencido a Spielberg para la adquisición de sus derechos y su futura adaptación. Hecho que nos demuestra que otra televisión de calidad es posible en España más allá de Sálvame, Vive cantando, etc., sólo hay que asumir el riesgo de apostar por ella.