JAIME PARRA
“Se deshace, amor mío, el amor
Como la noche en la mañana,
Como se funde el sebo añejo
En el regazo de la lámpara”.
Estas “imágenes perfectas”, como las define la escritora Montserrat Abumalham (en su reseña “Urgencias poéticas”), publicada en este medio, son solo algunas de las que podemos encontrar en “Gavillas de aire”, poemario de José Blanc publicado por la Editorial Balduque en su Colección Sudeste.
El escritor de ‘Una melena rubia en el hospicio y otros relatos’ (Gollarín) nos acerca a su obra y a su modo de ver la literatura.
¿Para qué escribe José Blanc?
Desde niño he sentido la necesidad de escribir, aunque primero llegó el placer de conocer historias mediante la lectura. Me mueve a escribir un impulso irrefrenable con el intento de expresar emociones y describir e interpretar el entorno. Creo que este impulso es común a los artistas y está relacionado con los talentos, en este caso con las capacidades en el ámbito musical, pictórico literario u otro. Quien se siente capaz de algo, destila más felicidad si consigue hacerlo. Al fin, como buscador de la felicidad y la belleza, intento repetir lo más que puedo aquello que me reporta satisfacción y que me ayuda a crecer. Por eso escribo. Lo he dicho en otras ocasiones, escribo para entenderme. La cantante lírica, Cecilia Bartoli, estableció en una entrevista una simple comparación: «El talento es lo mismo que una piedra, si se la pule pacientemente puede llegar a convertirse en una hermosa escultura, pero si se la abandona, puede pasar desapercibida en una playa llena de otras piedras similares a ella». Yo intento cultivar el talento, con resultados diversos, claro.
Su poemario Gavillas de aire es una antología donde se recogen poemas de distintas épocas, ¿descubrimos en sus páginas cómo va creciendo el poeta?
Es verdad, en el poemario Gavillas de aire concurren composiciones de diversas épocas, pero su estructura en la publicación no responde a una secuencia cronológica estricta en cuanto al momento de escribir los poemas. Hay poesías que escribí recién estrenada la juventud, otras que surgieron en la madurez o que he escrito en momentos recientes. El nexo del poemario es la preocupación por expresar con la mayor belleza que me es posible aquellos momentos significativos en los que me siento parte del cosmos, con el amor como eje transversal que provoca mi relación con la naturaleza y con Dios. Esta antología destila emociones a flor de piel, incluso algunas de ellas surgidas desde el dolor. Experimento que si consigo expresar el dolor con belleza, es menos dolor. Ese es uno de los poderes de la poesía.
Con una novela aún sin publicar, relatos publicados, uno de ellos ganador del premio Albacara, ¿en qué genero se encuentra más cómodo?
Mi estado natural es la inmersión en la poesía, incluso cuando no la escribo. Guardo carpetas repletas de poemas en los que —ahí sí— se puede contemplar de forma nítida mi trayectoria como ser que busca y que encuentra en la vorágine que nos plantea la vida, aunque el relato, escrito mayoritariamente en prosa poética, siempre ha estado presente en mis creaciones. Mi poesía tiene más de diario espontáneo, de crónica de las emociones sentidas en la que me desnudo. Pero el relato me da la oportunidad de salir de mí mismo y penetrar en la construcción de historias con personajes que pueden ser yo o no. Escribir poesía no me genera esfuerzo, y cuando estoy en la tarea me miro a mí. Montar un relato o una novela, sin embargo, acarrea un esfuerzo importante si lo quieres hacer bien, y aunque la primera motivación es el disfrute personal y la satisfacción, requiere pensar en el lector si te planteas como objetivo la publicación. El lector merece un respeto, no todo vale.
¿Por qué ha confiado en Balduque para que le publique Gavillas de aire?
Balduque es una editorial joven que cuida mucho la edición y que desde el inicio se propone que llegue al público un buen producto literario, principalmente de autores de la región de Murcia. En Balduque, la calidad es primordial y está por delante del beneficio económico y de publicar por publicar. Me gusta decir que Balduque dignifica la labor editorial pues parte de una exquisita selección de autores cuyos escritos son mejorados tras las horas de edición. Mi poemario Gavillas de aire está dentro de la denominada Colección Sudeste, que debe su nombre a Ediciones Sudeste, el proyecto editorial que en 1932 impulsaron, desde Murcia y bajo los auspicios del diario La Verdad, los escritores y periodistas José Ballester y, como principal responsable, Raimundo de los Reyes. En él vieron la luz obras de Carmen Conde, Antonio Oliver Belmás, Andrés Cegarra y los mencionados promotores. También está integrado en este grupo de autores Miguel Hernández con Perito en lunas (1933), primer libro del poeta oriolano y, a la postre, volumen más famoso del catálogo.
¿En qué se encuentra trabajando actualmente?
Una vez terminada mi novela histórica, Príncipe Quípar, el último ibero de Karabaj, que confío que salga publicada en los próximos meses, he iniciado un proyecto de novela que se acerca en su estructura literaria a lo que se denomina realismo mágico. Está basada en la experiencia que viví en la década de los 80 en una zona de la sierra de Albacete inmersa en la llamada España profunda. La realidad que conocí supera con creces la ficción y permite construir una historia atractiva en la que un joven que ha terminado recientemente los estudios universitarios, renuncia al progreso y a su promoción personal desarrollando su vida, de repente, en un ámbito rural de montaña con prácticas de modus vivendi cuasi medieval. Además, estoy corrigiendo un poemario reciente de poesía mística que esperará su oportunidad.
¿Qué le supone a usted el contacto con el lector que se produce en presentaciones o en ferias del libro?
El contacto con la gente es muy importante para el escritor. Las presentaciones me reportan información de los hipotéticos lectores y me permiten comunicar el contexto y las emociones que han nutrido mis escritos. En el caso de los poemarios, aprovecho la ocasión de las presentaciones para ponerle voz a mis poemas. Esto es importante para mí porque en el ámbito de la poesía no solo cuenta lo que se dice, sino cómo se dice. Creo que la poesía recitada llega mejor al posible lector. Nos gusta escuchar, que nos cuenten historias, y después nos interesamos por el libro en cuestión. Las ferias del libro es otro formato, pero ocurre casi lo mismo, el posible lector primeramente te percibe, y luego se interesa por tu obra.
En su ciudad natal, Caravaca, existe una feria del libro ya consolidada, ¿por qué es importante contar en una ciudad con este tipo de celebraciones?
Aunque la feria libro de Caravaca de la Cruz se edita todos los años, requiere de una mayor atención en la línea de que sea atractiva para la gente. Son muy acertadas las actividades de presentaciones con tertulia y coloquio que se realizan al aire libre o en la Casa de la Cultura. Pero aun así, animaría a realizar más actividades que actúen como caja de resonancia. Echo de menos un evento en el que puedan visibilizarse escritores jóvenes y no tan jóvenes que tienen creaciones muy buenas aunque no hayan logrado publicar, por ejemplo. También es necesario promover talleres de escritura y más clubes de lectura que pueden tener en la feria del libro el epicentro de actos para visibilizarse. A menos de 20 kilómetros de Caravaca de la Cruz nos encontramos con una localidad que dispone de seis clubes de lectura. Esto es una gozada, primero para los propios lectores, y segundo para los escritores, que encontramos ahí una oportunidad de comunicación estupenda.
