Ya en la calle el nº 1040

8 al 12 de marzo de 1827: Motín de la calderilla vieja en Caravaca

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Añade aquí tu texto de cabecera

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García

(Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz)

A principios del mes de marzo de 1828 se produjo en Caravaca un grave conflicto social que a punto estuvo de desembocar en un motín ciudadano, el problema era carácter general y afectó a diversos puntos de la nación, aunque en Caravaca tuvo una particular incidencia por las causas que a continuación se detallan. En realidad todo comenzó bastante antes pues ya en noviembre del año anterior la Real Chancillería de Granada intervino en el asunto enviando una circular al respecto. El caso es que en los meses finales de 1827 surgió el rumor de que la Real Hacienda iba a retirar de la circulación algunas monedas de escaso valor, muy utilizadas entre las clases más populares para todas las adquisiciones de tipo doméstico; este tipo de moneda era conocida coloquialmente como calderilla vieja.

En los primeros días de marzo llegó a Caravaca la noticia de que en muchas poblaciones, entre ellas Murcia, Cieza y Lorca, habían dejado de circular estas monedas «y que por lo mismo nada hacian en su libre trafico con llevar para sus compras caderilla vieja, aunque fuese de la corriente de S.M.». A imitación de lo sucedido en esas otras ciudades, los comerciantes de Caravaca empezaron a no aceptar los pagos realizados con estas monedas. La situación llegó hasta tal punto que empezaron a escasear los artículos de primera necesidad y muchos vecinos, sobre todo los más humildes, comenzaron a tener dificultades para abastecerse de lo imprescindible. Ante el aumento de las quejas, el día 8 de marzo el Ayuntamiento promulgó un bando que obligaba a todos los comerciantes a aceptar y no encontrar «repugnante el recibo de la expresada moneda». El bando fue muy bien recibido, consiguiendo con él tener «tranquilizados los espiritus de los habitantes de esta población», pero no fue obedecido por algunos comerciantes sabedores de que esa moneda no se aceptaba en las mencionadas ciudades, de modo que el día 10 de marzo se reunió de nuevo la municipalidad para tratar de dar solución al conflicto. Ante la ausencia del alcalde mayor D. Luis de Castroverde, de su sustituto D. Vicente López afectado de un cólico y del teniente de alférez mayor D. Pedro Bernardo de Mata, tuvo que hacerse cargo de la real jurisdicción el regidor D. Benito Martínez Carrasco. Este, en la exposición que hizo del problema a los restantes regidores recomendó adoptar medidas urgentes para evitar el caso de que llegara a escasear «o faltar en el  todo en esta población asta los articulos de primera necesidad, quales son el pan, carne y aceite». Para atajar el conflicto decidieron mantenerse firmes y publicar nuevos bandos obligando a que se aceptara dicha moneda siempre que llevara el sello de su valor, quedando los infractores sujetos a las multas señaladas en la circular remitida por la Real Chancillería de Granada por medio del Intendente Corregidor de Murcia. Asimismo dispusieron la realización de una lista de los «sujetos cosecheros y mas pudientes para que proporcionadamente aporten el numero de fanegas de trigo que se les designen«, quedando su uso exclusivamente reservado para la fabricación de pan.

A pesar de las medidas adoptadas, los problemas continuaron llegándose al extremo en la mañana del día 11 del desabastecimiento total de la población, siendo el Ayuntamiento notificado de que «carece el publico de la venta de los mas precisos articulos y comestibles». Alarmadas por la noticia, las autoridades intentaron conocer la raíz del problema y tratar así de buscar una solución válida, interrogando para ello a varios de los traficantes y mercaderes encargados de surtir de productos y materias al pueblo; estos informaron que no habían podido efectuar compra alguna ya que tanto en Murcia, como en Cartagena y en otras muchas ciudades, entre ellas varias en la propia comarca, habían dejado de aceptar la calderilla vieja algún tiempo atrás, por lo que esta se había ido acumulando en Caravaca hasta el punto de «que no corre otra absolutamente«, de modo que cuando iban a efectuar las comprar de suministros para traerlos a Caravaca se veían imposibilitados de realizarlas ya que no disponían de otro tipo de moneda.

Confirmada «la certeza de su relato, que se esta en el caso asta de faltar oy en esta hora el pan a la clase que necesita comprarlo diariamente para sus sustento, que los vecinos pobres se encuentran clamando con desesperados acentos y aspectos de que se teme un motin o alboroto de funestos resultados» y viendo lo que habían provocado con su obstinación por hacer valer monedas que en otros lugares se rechazaban, el ayuntamiento decidió dictar un nuevo bando suspendiendo en Caravaca y su jurisdicción la circulación de las referidas monedas y autorizando exclusivamente «la calderilla nueva de cordón, los cuartos de castillo y leon, la conocida con el nombre de pelendengues y los ochavos viejos». También y ante la escasez de monedas de oro y plata dispusieron en el referido bando la formación de un fondo de 6.000 o 7.000 reales, prestados por los principales hacendados, para cambiar «a los menesterosos hasta la cantidad de cuatro reales de vellón por una vez», descontando un cuarto por real por perdida de valor ante las monedas de plata y corrientes. Igualmente ordenaron que los pregoneros recorriesen la villa dando aviso a todos los vecinos de que durante el día 12 en las salas capitulares y en horario de 8 de la mañana a 6 de la tarde las «personas menesterosas, vajo el mayor orden y fidelidad» podrían cambiar las monedas que tuvieran en calderilla vieja por otras de curso legal, pudiendo cada persona hacerlo una sola vez.

Asimismo y para conocer el estado de su situación financiera, el ayuntamiento ordenó que se presentara el recaudador de las reales contribuciones para que informase de la cantidad que tenía de esta moneda procedente del cobro de impuestos, resultando ser 9.500 reales.

Finalizada la operación de cambio, el 19 de marzo el ayuntamiento acordó remitir al Intendente de Rentas de Murcia la contabilidad de la misma, solicitando quedarse con los 3.700 reales que sobraron del cambio de moneda de calderilla vieja y el préstamo efectuado por los hacendados para seguir teniendo liquidez y disponiendo el pago del préstamo de 4.000 reales realizado por el Intendente el 28 de febrero y 3.226 maravedíes correspondientes del 20% de los propios del concejo del año anterior

¡Suscríbete!

Recibe cada viernes las noticias más destacadas de la semana

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.