Ya en la calle el nº 1037

Lenguas inventadas

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MONTSERRAT ABUMALHAM/ESCRITORA

Parece ser que, gracias a algunos autores recientes y a las producciones visuales, tanto para televisión como para el cine, derivadas de la obra de esos autores, las lenguas creadas ad hoc para aportar realismo a mundos imaginarios y a los habitantes que los pueblan están adquiriendo un auge impensado y que sorprendería al Dr Zamenhoff, creador del esperanto.

David J. Peterson, lingüista norteamericano, según informa en El País Alex Vicente, es el autor de las lenguas inventadas para Dune, además de las de muchas otras películas y series, pues según dice: “Usar lenguas construidas da autenticidad a la creación de mundos de ficción”.

Esas lenguas ficcionales, que prestan autenticidad al mundo creado por un autor, han tenido tanto éxito que hay numerosos cursos de aprendizaje para principiantes, iniciados y expertos. Pero los aficionados a esas lenguas, no solo han de aprender un cierto vocabulario, sino que han de familiarizarse con la fonética, con la sintaxis y con la gramática de esas lenguas. Es decir, que es un asunto serio y al que no basta dedicarle un par de ratos en tardes de lluvia.

Hace unos días, me encontraba aguardando que se iniciara un acto académico en el Hemiciclo de la Universidad de Murcia y no tuve más remedio que escuchar una conversación que se desarrollaba detrás de mí. Cuatro jóvenes estudiantes, tres muchachas y un muchacho, hablaban de léxico griego. Alguno de ellos, no sé cuál, había hecho unas fichas de vocabulario –procedimiento clásico para aprender una lengua- y una de las muchachas leía las entradillas, mientras los otros respondían con el significado en español de la palabra enunciada. La chica que leía no conocía aquellas palabras y, cada vez que sus compañeros acertaban el sentido, ella exclamaba una repetida palabra malsonante. Estuve a punto de volverme y decirle; busca una alternativa en español: Cáspita, caramba, atiza, vaya. Cuando ella concluyó la lectura y dijo: Flipo, tendré que hacer esto. Me pareció que era inútil sugerirle también hacer listas de léxico en español. Posiblemente lo descubrirá a través del griego. O eso espero.

Si ahora, además, triunfan las lenguas inexistentes, en razón del éxito de las series y películas, y los jóvenes se empeñan en aprender esas lenguas ficticias, en lugar de perfeccionar la propia, puede que sea porque nuestra realidad cada vez es menos verosímil, y solo podremos hablar de ella con lenguas inventadas para que cobre existencia y sea creíble.

Por otra parte, en una lengua en la que se cuelan afirmaciones tales: ‘Como no puede ser de otra manera’, que se repite con frecuencia en boca de opinantes de todo color, independientemente de que todo el mundo sepa que las cosas pueden ser de mil modos diferentes todos ellos aceptables, según el caso y los matices, se está despreciando de manera evidente la lógica del discurso, la economía del mismo y la precisión en lo que se quiere decir. Una frase negativa y extensa como la dicha viene a sustituir, restándole contundencia a la idea, a las más asertivas: ‘como debe ser’, ‘como corresponde’, ‘como es menester’, ‘como es pertinente u obligado’ o muchas más.

Cuando una frase se convierte en muletilla, termina por perder su sentido y pobre del hablante que no sea capaz de encontrarle alternativa, porque, en ese caso, su discurso empezará a carecer de valor y sentido.

Me temo que, a veces, lo que podría ser una virtud: aprender otra lengua además de la materna, se convierte en un defecto si se ignora la riqueza y variedad de la propia lengua y se dedica uno a aprender lenguas inventadas o cae en esas frases tópicas y sin sentido que emiten aquellos que las ponen de moda. No digamos a qué punto estamos arribando, cuando esos remoquetes se cuelan en la letra impresa.

 

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