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14 de Septiembre, festividad de la Exaltación de la Cruz

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García/Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

El 14 de septiembre se conmemora la festividad de la Exaltación de la Cruz, fecha importante en Caravaca, no solo por la celebración religiosa de nuestra patrona que tiene lugar este día sino también porque en ella se han producido algunos acontecimientos destacados en nuestra historia local. Son varios, por tanto, los sucesos que se podrían tratar, pero prefiero aprovechar esta ocasión para narrar una serie de hechos relacionados con la presencia de la Vera Cruz en Caravaca y su relación con la vida social de nuestra ciudad. Una narración que pretende ser exclusivamente histórica, dejando a un lado cualquier tipo de interpretación política, jurídica o de cualquier otra índole y que también viene motivada por ciertas cuestiones suscitadas recientemente y que demuestran un cierto desconocimiento histórico sobre las mismas.

Como es sabido por todos la Vera Cruz llegó a Caravaca a mediados del siglo XIII, quedando desde el primer momento depositada en el castillo donde se dispuso una capilla para su culto que siglos mas tarde se integró en el templo edificado en el siglo XVII, catalogado en la actualidad como Basílica-Santuario. Desde ese primer momento (aunque los propietarios de este singular inmueble fueron las órdenes militares del Temple y Santiago, señores laicos o el propio Ayuntamiento), el Concejo fue siempre el legítimo patrono de la reliquia y de su capilla y por tanto, el único que podía decidir sobre ellas. Esto queda patente en gran cantidad de documentos conservados en diversos archivos especialmente en el Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz. Ya en 1352 el Maestre de la Orden de Santiago concedió al Concejo de la villa las limosnas y rentas de la Vera Cruz.

A lo largo de la historia el Ayuntamiento, en el ejercicio del mencionado patronazgo que en algunos documentos se especifica que lo tienen por delegación del Rey, ha sido el único que ha tenido la prerrogativa de tomar decisiones respecto a la Santísima y Vera Cruz. Esto queda de manifiesto claramente en los mandamientos y ordenanzas acerca de su exhibición pública. La más antigua que conocemos está fechada en 1551; existiendo también otras muchas posteriores, entre ellas la confirmada en 1578 por el Rey Felipe II. Para ejercer mejor el control sobre la Sagrada Reliquia decidió que se custodiara dentro de un sagrario con tres llaves, una que estaría en posesión del Alcaide del castillo, otra del Vicario y otra del Ayuntamiento. En 1637 ordenó la colocación de una llave más en el Sagrario que se guardaría en el archivo del Ayuntamiento.

Además de dictar las disposiciones generales sobre su exhibición, el concejo era el único que podía autorizar las visitas que se realizaban con carácter extraordinario. Muchas personas importantes, ya fueran de la nobleza o religiosas, cuando deseaban visitar y adorar a la Santísima Cruz tenían que pedir autorización al Ayuntamiento, que se la concedía o no según el caso. Igualmente el Ayuntamiento era el único que podía autorizar la realización de ceremonias, rogativas, procesiones, etc. con la Vera Cruz. Durante los siglos XVI al XIX era muy frecuente la realización de este tipo de ceremonias debido a la profusión de epidemias, plagas, enfermedades, catástrofes meteorológicas, etc. En el Archivo Municipal se conservan gran cantidad de estas disposiciones, solicitudes y autorizaciones.

En las salidas que la Santísima y Vera Cruz realizaba fuera de su capilla el Ayuntamiento era el único responsable de ellas, de aquí la costumbre de repartir entre los regidores los turnos de vela. A cargo de este estaba también el nombramiento y pago del salario del capellán de la Sta. Cruz y cada vez que se producía algún cambio el ayuntamiento levantaba un acta de entrega de la Cruz, su relicario y alhajas.

El concejo de Caravaca, como reconocido patrono de la reliquia siempre defendió sus prerrogativas frente a cualquier intento de injerencia por parte de las autoridades eclesiásticas y civiles, lo ya que se manifiesta de forma evidente en su declaración de 1618: «Dixeron que esta villa es Patrona dela Santisima Vera Cruz della sin que ningun juez ni perlado de ninguna calidad preheminençia ni dignidad que sea tenga derecho alguno en razon de visita ni de otra cosa».

También en 1801 el vicario Menéndez Argüelles quiso arrogarse la potestad de la Vera Cruz y de su templo argumentando que pertenecían a la Parroquia de El Salvador. El Ayuntamiento se opuso, quedando el asunto finalmente resuelto en 1804 por el Real Consejo de Ordenes, que declaro nulos y sin fundamento todos los autos y pretensiones del Vicario.

Para su control y administración creó una mayordomía que a comienzos del siglo XVII se coaligó con la Cofradía de la Cruz institución que ya existía previamente y cuyo fin único era «mantener y propagar el culto a la Sagrada Reliquia», tal y como manifiestan en sus mas antiguos estatutos, en los que también reconocen que el «Ayuntamiento de Caravaca es Patrono del Santuario de la Santísima Cruz, del Castillo y del Templete».

Los documentos mas antiguos acerca de la Cofradía de la Stma. y Vera Cruz están fechados a mediados del siglo XVI, es decir 300 años mas tarde de la aparición de la reliquia, y su presencia y participación en todos los actos relacionados con la Vera Cruz fue prácticamente inexistente hasta finales del siglo XVIII, no interviniendo ni en la construcción del templo, ni en la dotación del mismo, ni en las solicitudes y consecuciones de los relicarios donados por el duque de Montalto en 1711 y el Duque de Alba en 1777, que fueron gestionados directamente por el Ayuntamiento. Precisamente fue un 14 de septiembre, el del año antedicho, cuando se traslado el Lignum Crucis al relicario regalado por el Duque de Alba y se mostró por primera vez a los caravaqueños. La imagen que hoy conocemos de la Cruz de Caravaca procede de este relicario, ya que a pesar de que fue robado en 1934, el actual es una reproducción bastante fidedigna del mismo.

Conviene también señalar que el Ayuntamiento siempre tuvo un trato privilegiado hacia la Cofradía de la Vera Cruz, permitiéndole a partir de 1603 su participación en la organización de las fiestas, suministrándole los recursos económicos necesarios para las mismas cuando carecían de de los mismos, cediéndoles el uso de una sala del castillo para celebrar sus cabildos y mas recientemente el inmueble que ocupan actualmente en la Calle de las Monjas, entre otros.

El penúltimo de estos casos lo conocemos gracias al testimonio del sacerdote D. Francisco Sala Nogarou, que fue Hermano Mayor de la Cofradía de la Stma. y Vera Cruz entre 1909 y 1913 y que anteriormente había sido secretario de la Comisión de Festejos. Hasta finales del siglo XIX la referida Cofradía se reunía generalmente en la sacristía de la parroquial de El Salvador o en otros locales; Sala explica así el cambio definitivo al castillo: «la digna comision de festejos de 1896, concibió la idea felicisima de pedir al Ayuntamiento alguna habitacion del Castillo donde pudiera la Cofradia tener sus sesiones generales. Gracias a Dios y a la benignidad de los señores concejales y dignisimo Señor Alcalde D. Francisco Sanchez Olmo y Gomez, nos fue concedida la sala que hoy tenemos».

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