Ya en la calle el nº 1040

14 de enero de 1843: Cierre definitivo de la Ermita del Buen Suceso

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García

Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

La de Nuestra Señora del Buen Suceso fue una de las varias ermitas que existieron en Caravaca para ofrecer servicio religioso a las clases humildes de los barrios donde se ubicadas, estando la que hoy nos ocupa junto al hospital y patio de comedias que se hallaban en la “Calle del Corral del Concejo”, travesía que partía de la Calle de los Melgares (hoy de las Monjas) en dirección norte discurriendo por las actuales Plaza Nueva y Calle del Teatro, ocupando parte del solar donde está edificado el Teatro Thuillier. A pesar de su cercanía con la Parroquial, siempre fue de gran utilidad por lo que el Concejo procuró tenerla abierta y en uso, aunque no siempre lo consiguió. A ella acudían muchos vecinos pobres a oír misa, por lo que cuando permanecía cerrada se ocasionaba “grave perjuicio delas conciencias delos vecinos de aquellos varrios que por los malos tiempos o no hallarse con la devida dezenzia para concurrir a la Parroquia se quedan sin Misa”. Pese a ello, el sábado 14 de enero de 1843 el Ayuntamiento de Caravaca decretó su cierre definitivo, finalizando con ello los casi tres siglos de existencia del inmueble.

La del Buen Suceso, nombre por el que se la conocía popularmente, era de una sola nave y pequeñas dimensiones, aunque disponía de un coro alto en la zona de la entrada y de sacrstía. Estaba bajo el patronato del Concejo que nombraba, para su administración, un comisario fabriquero que tenía que rendir cuentas al final del ejercicio del cargo. Sus rentas eran muy escasas y provenían en su mayoría de los ingresos del patio de comedias, percibiendo un cuarto de los cinco que valía la entrada, que se destinaban generalmente al mantenimiento del hospital, por lo que la ermita estuvo la mayor parte de su historia deteriorada y descuidada.

Se desconoce su fecha de construcción, aunque hemos de suponer que tuvo lugar durante la primera mitad del siglo XVII, apareciendo por primera mencionada en un informe redactado en 1656 por don Diego de Uribe, alférez mayor de la villa, sobre los hospitales existentes en Caravaca para que en uno de ellos se instalase la Orden de San Juan de Dios: “vno que llaman de la uilla con vna ermita bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Suceso, sin renta alguna y el mayordomo que se nombra sirbe solo para recoger alguna limosna que se gasta en reparos dela dicha ermita, cassa y vn patio de comedias donde suele aber algun vtil por la entrada dellas pero ni tiene camas no otra cosa para curar enfermos de suerte que la cassa que tiene estan solamente para albergue de pobres pasageros que se recogen a dormir sin que se les de cosa alguna”. En cualquier caso, parece cierto que la devoción en nuestra población a esta advocación de la Virgen es anterior a la construcción de la ermita, puesto que en 1621 existía una imagen con este título en la ermita de Santa Elena y en 1624 otra (o tal vez la misma que se hubiese trasladado) en la de Nuestra Señora de la Concepción.

A pesar de sus cortas rentas contaba con algunas alhajas y muebles, en cuanto a las imágenes que tenía, solamente se conoce la existencia de su titular, no disponiendo de ninguna otra información al respecto. En ella se celebraba misa todos los domingos y el día de su festividad, que era el 18 de diciembre, además de algunas ocasionales ceremonias, utilizándose también como lugar de enterramiento, generalmente de pobres, hasta la prohibición de 1802, aunque todavía se sepultaron en ella algunos cadáveres posteriormente, siendo por ello condenado el enterrador a 8 días de cárcel y al pago de una multa de 2 ducados.

Las primeras reparaciones conocidas realizadas en esta ermita tuvieron lugar en 1725, destinándose a ellas el importe del alquiler de la casa contigua al patio de comedias además de otros cien reales que dieron de limosna “los que han ocupado el patio mencionado con titeres que en el se han tenido”. Una década después, la ermita volvía a necesitar nuevos reparos, de modo que el 18 de marzo de 1737 el fabriquero de la ermita, presentó ante el ayuntamiento un memorial avisando de que estaba “arruinado parte del texado”, siendo necesario su inmediato remedio para lo que estimaba se necesitarían 450 reales. Las obras no debieron de ser de gran consideración, ya que cuatro años más tarde el tejado se encontraba nuevamente arruinado. Para poder llevar a cabo la obra, el Concejo cedió los pinos necesarios, teniendo que costearse el resto de las limosnas que se recogieran a tal fin; sin embargo el excesivo retraso de las mismas provocó el cierre provisional de la ermita y el traslado de la imagen de la Virgen a la Parroquial. Dos décadas mas tarde la situación volvía a repetirse y el mal estado que presentaba obligó de nuevo a cerrarla y trasladar la Virgen a la parroquial. Como también las ermitas de San Sebastián y de San Jorge se encontraban también necesitadas de reparos, el 5 de junio de 1760 se ordenó la rehabilitación de las tres al estar “una arruinada y otras para arruinarse a no ponerse pronto remedio en grauisimo perjuicio deste vecindario a causa de que hallándose dichas ermitas en los arrabales de este Pueblo, las Jentes circunvecinas a dichas hermitas por su pobreza no pueden ir a Misa por no hallarse con la correspondiente lisencia para ir ala Parroquial”. En octubre de 1769, doña Josefa Ruiz, viuda de don Juan Antonio Navarro, que había sido fabriquero durante varios años de la ermita, hizo donación de 514 reales y 6 maravedíes para la construcción de una nueva sacristía puesto que “la que actualmente hai en dicha hermita es inútil por tener humedad y estar oscura y no haver medio para darle luz, motibo porque los ornamentos dela sacristía se pudren y se causa un perjuicio gravisimo, pues se quedara en brebe tiempo inútil todos los ornamentos dichos y los que se ayan de custodiar en dicha sachristia”.

El 12 de junio de 1773, se decretó el cierre definitivo del hospital, considerándose que “la casa donde se permite el recojido delos pobres transeúntes es lugar donde su concurrencia de ambos sepsos ocasiona graves delitos y escandalos contra la Majestad Dibina que tambien perturban el sosiego del comun”, agregándose el local a la ermita.

Debido a la poca calidad de sus materiales, durante el siglo XIX necesitó de constantes reparos, siendo los más destacados los que tuvieron lugar en 1801 como consecuencia del informe emitido por el maestro de obras Ángel Moreno que dictaminó “que si en el dia no se apuntala, y contiene toda la cubierta, esta expuesta a benirse abajo, y seran necesarios tres o quatro mill reales para reparar este daño” y en 1815. En 1819 aparece mencionada como ermita de Nuestra Señora de la O, nombre por el que también se conocía popularmente la advocación de Nuestra Señora del Buen Suceso.

Su historia concluye en 1843, fecha en la que se encontraba cerrada y completamente abandonada pues “no se dice misa en élla, no dandose á la Ymagen el culto que es debido”. Siguiendo lo dispuesto en una Real Orden que mandaba “que todas las Ermitas que carezcan de fondos para mantener el Culto, sean trasladadas sus Ymagenes a la Parroquia á que correspondan, cerrandose, y destinando sus Edificios á cualquier objeto público”, el 14 de enero de dicho año el Ayuntamiento dispuso el cierre definitivo de la ermita y el traslado de su imagen a la parroquial, agregando el ruinoso inmueble “al Teatro, con el qual está coolindante”, dándose dos días mas tarde las últimas disposiciones “á efecto de prevenir en daño o irreverencia que del estado ruinoso de dicha Ermita puede esperimentarse y se esta esperimentando, acordaron Sus Señorias: Que desde luego y sin perdida de momento se estraigan de dicha Ermita cuantas prendas relijiosas y pertenecientes a él culto de nuestras sagradas creencias en ella se encierran, depositandolas enla Parroquial de esta Villa y el cargo desu Parroco”. En 1846 se demolió, pasando su superficie a formar parte del solar donde se construyó el Teatro. Además, la zona sufrió un extraordinario cambio en 1854 con la construcción de la Plaza del Progreso, desapareciendo gran parte de la calle del Corral del Concejo que pasó a formar parte de ella.

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