Ya en la calle el nº 1037

12 de febrero de 1911. Inauguración de las Escuelas Graduadas de Caravaca

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Francisco Fernández García
Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

«Que la enseñanza elemental en España es arc
aica, defectuosa y escasa, y que no responde en modo alguno a la acción educativa del Estado, es un hecho triste, pero hecho que nadie desconoce ya; y que aunque por patriotismo quisiéramos ocultarlo, nos lo descubre nuestra pobreza intelectual, que salta a la vista; lo reflejan las estadísticas, con datos que desconsuelan, y lo acusa el contraste que de ella hacemos al estudiar la cultura de otros países». Estas palabras, pronunciadas por el ilustre abogado y persona de extraordinaria influencia en la sociedad local de la época, D. Antonio López y García-Melgares en la apertura del curso académico 1908-1909 del Colegio de «El Salvador» de Caravaca, reflejan el pésimo estado del sistema educativo del país, situación a la nuestro municipio no era ajeno.


Bien es cierto que en Caravaca existían escuelas con bastante anterioridad a esta época; sin embargo, a pesar de los esfuerzos del ayuntamiento, las existentes no contaban con los recursos necesarios para conseguir resultados provechosos: locales inadecuados, falta de material escolar, impago de salarios a los maestros, etc., por lo que la tasa de escolarización era muy baja y el analfabetismo, en contrapartida, enorme. Todo quedaba a expensas de la inquietud pedagógica de los maestros y a su nivel de compromiso y servicio a la comunidad.
En Caravaca había a principios del siglo XX, concretamente en 1901, 2 escuelas de niños y otras 2 de niñas, todas unitarias, además de otros centros de carácter privado como el Colegio de «San José» y el de «El Salvador», de 1ª y 2ª enseñanza, que el ayuntamiento subvencionaba con 1.000 pesetas anuales para pago del alquiler, destinando asimismo alguna cantidad, según la disponibilidad, a ayudar a las familias necesitadas, como en el caso de este mismo año de 1901, en que se proporcionó «instrucción gratuita» a 10 estudiantes pobres. En 1902 se puso en funcionamiento una para párvulos a cargo del maestro D. Luís Toledo, sufragada por la municipalidad con 500 pesetas anuales. El 25 de octubre de este año, se creó la Junta Local de Primera Enseñanza, presidida por el alcalde e integrada por 8 vocales: el regidor síndico, cura párroco, juez municipal, subdelegado de medicina, 2 madres y 2 padres de familia.
Para una de las escuelas de niñas, la dirigida por Dª. Encarnación Roch, el consistorio alquiló en septiembre de 1902 una casa situada en el nº 2 de la Calle Vidrieras; de la otra escuela femenina se sabe que en 1905 estaba localizada en la Plaza del Progreso, en una casa arrendada por el ayuntamiento, y a cargo de la maestra Dª. Eugenia Cortijo En cuanto a las de niños, una estuvo en la Calle Domingo Moreno hasta noviembre de 1906, en que se rescindió el contrato de alquiler para buscar otro local «mas adecuado». Por su parte, el centro de 2ª enseñanza «El Salvador» estuvo en la Casa Tercia hasta marzo de 1910 en que se trasladó a la Calle Ródenas (hoy Gregorio Javier). No obstante, la crisis financiera municipal dificultaba el pago de los alquileres de los inmuebles donde se ubicaban las escuelas, llegándose al caso, en marzo de 1910, de suspenderse las clases en dos de ellas, una de niños y otra de niñas, por falta de locales adecuados, acordando por unanimidad el pleno la búsqueda inmediata de unos nuevos «a fin de que se reanuden las clases en el mas breve plazo posible, sin prolongar por consiguiente los perjuicios que se irrogan a la enseñanza». Sin embargo, las clases no se reanudaron hasta el curso siguiente, siendo instaladas la de niñas en la Calle Vidrieras, nºs. 6 y 8, y la de niños en la de Domingo Moreno, 8.
La solución al problema educativo llegó gracias a un Real Decreto promulgado por el gobierno el 6 de mayo de 1910, que permitía la transformación de las «escuelas primarias» en «escuelas graduadas», comprometiéndose a mantener diversos grados o secciones, a cargo cada una de un maestro. El ayuntamiento caravaqueño decidió el 10 de mayo acogerse al referido decreto, solicitando el cambio «con sujeción a los preceptos y erudiciones que se especifican en la expresada Soberana disposición y teniendo en cuenta que es de alta conveniencia para los intereses generales de la ciudad, por lo que a la mejora de la cultura e ilustración se refiere». La escuelas incluidas en la solicitud fueron las 2 de niños, dirigidas por D. Luís Tomás Ortega y D. Alfonso López Marín, y una de niñas, dirigida por Dª. Encarnación Roch Entre las condiciones exigidas en el Decreto figuraban, entre otras, que hubiese una asistencia media superior a 70 alumnos y que el Ayuntamiento facilitase los locales y los materiales necesarios.
La solicitud fue informada favorablemente por el Consejo Nacional de Instrucción Pública el 29 de septiembre, siendo finalmente aprobada por el Ministerio de Educación a mediados de diciembre de 1910. Tras conocerse la noticia, el ayuntamiento acometió inmediatamente su parte, disponiendo el 20 de diciembre la búsqueda de locales para la instalación de las 3 escuelas. El elegido para las de niños fue la Casa Tercia, pero el propietario no quiso alquilárselo al ayuntamiento ya que no se fiaba económicamente de él; pero entonces medió el abogado y gran promotor de este proyecto, D. Antonio López y García-Melgares, quien la alquiló, para posteriormente realquilársela al ayuntamiento en la suma de 825 pesetas anuales. También se subarrendaron 2 casas en la Calle Vidrieras a D. Julián Martínez-Iglesias, quien se las ofreció al consistorio, con la condición de que se instalara en ella la escuela de niñas, fijándose el alquiler en 730 pesetas anuales.
Para el cumplimiento de su compromiso, el ayuntamiento inició rápidamente las obras de acondicionamiento de ambos inmuebles, buscando también los recursos necesarios para dotar a las escuelas del mobiliario y material adecuado; destacando en este sentido la generosa cesión de 3 mesas con sus bancos, 1 mapa de España, 1 mapa de África, 1 Mapa-Mundi, 2 pizarras pequeñas, 1 pizarra mediana, 24 carteles de madera y 1 cartel de cartón. por parte del médico D. Alfonso Caparrós y de 2 mesas, 3 bancos y 1 pizarra, por la Sociedad «La Bienhechora». El gobierno municipal agradeció estas aportaciones en la sesión celebrada el 26 de enero de 1911, acordando asimismo enviar sendas cartas a D. Ángel Aznar, antiguo diputado a Cortes por nuestra circunscripción, y al Duque de Pastrana «que actualmente representa en el Congreso a esta ciudad», reconociéndoles sus intercesiones en este asunto, y también a D. Antonio López, por «el celo incansable y singular entusiasmo» en la defensa de los intereses generales de la población. Con todo ultimado, el 9 de febrero, se decidió proceder a la inauguración de las referidas escuelas gradadas el domingo 12 de febrero.
El acto dio comienzo a las 4 de la tarde, contando una gran asistencia de público: «Caravaca entera demostró su entusiasmo por este gran paso que hemos dado en el camino de la cultura y de la civilización. Autoridades, corporaciones, la banca, el comercio, la industria, la prensa, todas las fuerzas vivas del pueblo, cuanto vale y significa, acudió al acto, que fue grandioso, testimoniando así el amor a la enseñanza, que ha entrado en una nueva era de prosperidad y apogeo».
El lugar del concentración fue la Plaza del Arco, reuniéndose allí «el ayuntamiento con sus maceros, la Junta local de instrucción pública, los niños de las escuelas, con sus profesores al frente, comisiones, invitados, la fuerza de la Guardia Civil, Carabineros y Cuerpo de Seguridad, con la banda de música a la cabeza». A continuación, todos juntos marcharon a la Escuela de Niñas, «viéndose las calles del tránsito atestadas de gente, y casi todos los balcones con colgaduras, a pesar de la lluvia que caía»; se llevó a cabo la apertura oficial del curso, haciendo unos de la palabra el alcalde, D. Juan Antonio Elbal, y D. Antonio López. De allí se dirigieron a las Escuelas de Niños, «cantándose al llegar por los alumnos de las mismas el inspirado himno a la bandera», aquí también se procedió a la apertura del curso, interviniendo D. Alfonso López, profesor decano de las escuelas, el profesor D. Emilio Sáez, el cura ecónomo D. Juan Aroca y el farmacéutico militar D. Eduardo Torres, cerrando el acto «el jefe del partido liberal e ilustre abogado D. Antonio López». Todos los oradores fueron aplaudidos, «dándose vivas a España, a Caravaca, a su Ayuntamiento y a D. Antonio López, vivas que fueron contestadas con entusiasmo», dándose por finalizado el acto.
El 16 de marzo de 1911, se dictó una Real Orden, ratificando el Rey la concesión de las escuelas graduadas a nuestra ciudad. Unos años después, en octubre de 1914, el ayuntamiento acordó denominar las escuelas graduadas de niños con los nombre de «El Salvador» y «La Santa Cruz», la de niñas se quedó sin denominación, pasando a llamarse «Isabel la Católica», algunos años más tarde.

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